DIVORCIOS
TENENCIA, ALIMENTOS Y RÉGIMEN DE VISITAS
Si bien
todos los casos que se atienden son “conflictos familiares”, nos referimos aquí
a los que ocurren dentro de la familia y que suelen desencadenar la
desvinculación de alguno de sus integrantes o una nueva manera de relacionarse,
como cuando se plantea un divorcio, un régimen de tenencia, de visitas, de
alimentos, una exclusión del hogar, etc. Estas desvinculaciones suelen ser
dolorosas. Por ejemplo para los hijos la ausencia de uno de sus progenitores
del hogar, o la furia que puede desencadenar un divorcio, como también los
quebrantos para la economía familiar.
Por eso
suelen existir serias dudas y temores en las personas que padecen estos
conflictos, a la hora de intentar resolverlos. Algunas de estas dudas y temores
más habituales están referidas a:
·
LA VIOLENCIA: Los conflictos familiares suelen desencadenar
situaciones de furia que es necesario conversar con el cliente para avizorar
sus causas, como para que la conducta del propio cliente y las medidas que se
tomen la eviten, atemperen o la hagan cesar.
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·
LA INCERTIDUMBRE ECONOMICA: En muchos casos se duda si afrontar el divorcio
por temor a no poder hacer frente a los gastos cotidianos, sobre todo si hay
hijos. Este temor impide ver las propias posibilidades de obtener recursos.
En la consulta se aborda este tema con el fin de resolverlo.
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·
EL VINCULO CON LOS HIJOS Los rencores y venganzas que con frecuencia se
desencadena entre los cónyuges cuando se divorcian, suelen tomar como presas
a sus propios hijos porque la madre o el padre los involucra en el conflicto.
En las consultas que se realizan con el cliente se le muestra los efectos que
estas conductas provocan en sus hijos, para que las puedan modificar y no los
dañen.
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·
LA CULPA: La culpa que se padece ante el divorcio genera conductas que atentan
contra los propios intereses, o posterga decisiones que serían beneficiosas.
Por eso es un tema ineludible en la conversación con el cliente.
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Cuando
una pareja con hijos se separa, los niños pasan a vivir con uno de los
progenitores. La ley establece que cuando los hijos tienen menos de cinco años
quedarán con la madre. Si son mayores de esa edad, la madre y el padre podrán
ponerse de acuerdo para que vivan con uno de ellos. Pueden convenir también que
se quedarán viviendo unos días con la madre y otros con el padre. Si no se
ponen de acuerdo es el juez el que decide. Esto se denomina TENENCIA.
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La
ley establece también que el progenitor que no vive con sus hijos los puede ver
y comunicarse. Así, suelen encontrarse una o varias veces por semana, algún fin
de semana entero, hablarse por teléfono, enviarse mensajes por correo
electrónico, ir el padre a los actos escolares, etc. También debe participar en
las decisiones importantes en la vida de los niños, como su salud, educación,
viajes, etc. Esta participación requiere un diálogo con el progenitor con quien
viven los niños. Esto se denomina REGIMEN DE VISITAS.
El
tercer aspecto que nuestra legislación ordena es el referido a quién se hace
cargo de los gastos de los hijos. En este aspecto nuestra ley dice “incumbe
siempre a ambos padres el deber de dar alimentos a sus hijos y educarlos, no
obstante que la tenencia sea ejercida por uno de ellos.” Lo habitual es
que se fije una cuota en dinero que debe abonar el progenitor que no vive con
los niños, para lo cual se tendrá en cuenta, su situación económica y las
necesidades de los niños. Este importe no cubre todos los gastos de los hijos,
ya que la otra parte, la cubre el progenitor con quien conviven. Esta
obligación se denomina ALIMENTOS y dura hasta que cada hijo cumpla los 21 años.
¿Qué ocurre
cuando se impide o dificulta que los niños se vean con el progenitor que no
vive con ellos?
En este caso se está perturbando un derecho del progenitor no conviviente y el
de los niños, porque las visitas son en beneficio de ambos. Si se recurre a la
justicia, el juez puede ordenar que las visitas sean respetados por el
progenitor que vive con los niños y aun puede multarlo si persiste en esta
actitud. Si no da resultado se le puede llegar a quitar la tenencia y dársela
al otro progenitor y aun sancionarlo con prisión de hasta 3 años, porque
impedir u obstruir las visitas es un delito.
¿Qué ocurre
cuando el progenitor no conviviente no paga los alimentos para sus hijos? Es un
atentado contra la vida de los niños. La ley permite que se le haga juicio
reclamando alimentos, pero también
establece que es un delito, cuando se trata de hijos menores de 18 años, que
tiene prevista prisión de hasta 6 años.
Como
vemos, la ley es muy severa ante estos incumplimientos, pero la aplicación de
estas duras sanciones no resuelve los incumplimientos en el pago de alimentos y
en las visitas.
Sancionan al
que no paga u obstaculiza los encuentros, pero con ello los alimentos no llegan
a los hijos y los progenitores no convivientes y sus hijos no logran verse.
Además
tiene incongruencias, ya que si el que no paga los alimentos va a prisión, es
muy difícil que pueda ganar dinero para pagarlos estando preso. También es algo
muy duro el cambio de tenencia por la mala conducta del progenitor con quien
viven los hijos, ya que para los niños es un drama emocional muy profundo
perder la convivencia con la madre –o el padre-.
Aplicar
las amenazas de la ley atenta en gran medida contra el interés de los hijos a
quienes estas normas pretenden proteger. Antes hay que intentar otro camino.
Es
habitual que cuando no se pagan alimentos o están perturbadas las visitas, el
diálogo entre el padre y la madre está cortado o es francamente hostil y
violento. Con frecuencia ninguno de los dos tiene un espacio para reflexionar
sobre el mejor modo de modificar la situación. Ese espacio lo brinda actualmente
la mediación.
El
mediador
es un profesional que habla con ambas partes y trata de que lleguen a un
acuerdo. Se puede contactar a un mediador a través de un abogado de familia,
que participa también en la mediación.
Cuando
la mediación
no da resultado y se debe hacer juicio, es responsabilidad del abogado de
familia que asiste a cada parte, ayudar a su propio cliente a pensar en el
interés de sus hijos, para que su actitud en el pleito no se guíe sólo por el
odio contra el otro progenitor. Esto sin perjuicio de tomar medidas judiciales
enérgicas, como embargos o intervenciones judiciales a negocios, en los
reclamos de alimentos o, en los casos de perturbación del régimen de visitas,
imponer sanciones a quien obstaculiza el contacto y aún cuestionar la tenencia
si la perturbación se perpetúa.
A fin de evitar demoras y
trámites engorrosos, recomendamos encomendar la tarea a un estudio jurídico especializado.
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